Nunca seas soberbio con nadie, todos valemos por igual ..

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Narrador: Había una vez un asno y un cerdo que vivían en una granja. El asno era un animal trabajador, pero también bastante presumido. Se pasaba todo el día admirando su aspecto y diciéndole a todo el mundo lo bien que hacía su trabajo. El cerdo, por otro lado, era un animal más humilde y trabajaba en silencio.

Asno: (se mira en un charco de agua) ¡Qué hermoso soy! Mira mi pelaje brillante y mi elegante figura. Soy el mejor asno de esta granja.

Cerdo: (trabajando) Hola, asno. ¿Cómo te va?

Asno: (con arrogancia) Oh, hola cerdo. Me va estupendamente, gracias por preguntar. Mi trabajo es tan fácil para mí, que a veces me aburro de lo sencillo que es.

Cerdo: (sorprendido) Vaya, yo no puedo decir lo mismo. A veces me cuesta mucho trabajo terminar mis tareas. Pero me gusta hacer un buen trabajo, aunque nadie me mire.

Narrador: Un día, un visitante llegó a la granja. Era un hombre sabio, que había venido a enseñarles una lección muy importante.

Hombre sabio: (a los animales) Buen día. He venido a hablar con ustedes acerca de la soberbia.

Asno: (con desdén) ¿Por qué deberíamos escucharte a ti? Yo sé todo lo que necesito saber.

Cerdo: (humildemente) Yo estoy dispuesto a aprender, señor.

Hombre sabio: (a los animales) Muy bien. Escuchen, entonces. La soberbia es un defecto que nos hace creer que somos mejores que los demás. Pero en realidad, todos somos iguales y debemos respetarnos mutuamente. ¿Entienden?

Asno: (irritado) Claro que sí. Yo soy mejor que el cerdo, por ejemplo. Él no hace su trabajo tan bien como yo.

Cerdo: (triste) Lo siento, señor. Trataré de mejorar.

Hombre sabio: (a los animales) Eso es precisamente lo que no deben hacer. No deben compararse entre ustedes, ni juzgar a los demás por su apariencia o habilidades. Todos tienen su propia importancia y su propio lugar en el mundo.

Narrador: El asno no comprendió la lección, pero el cerdo sí. Desde ese día, el cerdo siguió trabajando duro, pero también aprendió a respetar a los demás animales de la granja. Y aunque el asno siguió siendo tan vanidoso como siempre, el cerdo se convirtió en un amigo leal y respetuoso.

Cerdo: (a asno) Hola, amigo. ¿Te ayudo con tu trabajo?

Asno: (sorprendido) Ehm, sí. Supongo que sí.

Narrador: Y así, los animales de la granja aprendieron una valiosa lección sobre la humildad y el respeto mutuo. El cerdo demostró que la verdadera grandeza no se trata de ser mejor que los demás, sino de ser un buen amigo y un buen compañero.

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